Dentro del campo editorial, existen publicaciones arbitradas y no arbitradas. Las primeras, son aquellas revisadas por expertos en una especialidad temática (generalmente externos) o por pares académicos (peer review) que evalúan sus contenidos (artículos originales) de manera rigurosa y objetiva, con el fin de dar sus conceptos críticos y relevantes acordes con la metodología propuesta en la producción científica de los investigadores. Comúnmente, esta revisión tiene un carácter anónimo y confidencial, por parte de evaluadores y de autores, proceso conocido como revisión ciega. Por otro lado, se encuentran las publicaciones no arbitradas, donde el proceso de revisión de los artículos no es muy exigente, debido a que suele realizarlo el editor de la misma, y sus apreciaciones son enfocadas más hacia la forma del documento que al contenido como tal.
Hasta este punto la teoría es interesante, pero la realidad es otra. En nuestra sociedad, es observable que el hecho de presentar los trabajos originales a publicaciones arbitradas tiene un alto grado de prestigio para el autor, ya que proporcionará credibilidad a la comunidad científica conforme a lo expuesto en su investigación. Sin embargo, se hace notorio que hay de por medio un juego de intereses económicos y políticos para la inclusión de estos artículos, así como contactar a los expertos en un área del conocimiento para su evaluación. Allí se presentan poderes hegemónicos definidos por parte de las empresas y/o proveedores de información documental, incluyendo los comités editoriales de estas élites, debido a que conducen a los científicos hacia un camino deseado, pero que logran ser divisadas como si explorasen el beneficio e interés general.
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